El término “tercer lugar” fue acuñado por el destacado sociólogo estadounidense Ray Oldenburg en su libro de 1989 The Great Good Place.
Estos lugares son de gran importancia para la sociedad: permiten que las personas se reúnan, hablen libremente e intercambien ideas de manera informal.
Según Oldenburg, un lugar puede calificarse como “tercer lugar” si cumple las ocho características siguientes:
- Es terreno neutral: el tercer lugar es un lugar donde no hay obligaciones por ninguna de las partes (invitado/anfitrión por ejemplo), facilitando la creación o desarrollo de amistades.
- Apertura: el tercer lugar es un lugar abierto a todos.
- Es un lugar donde la gente puede comunicarse e intercambiar ideas libremente.
- Es un lugar acogedor y de fácil acceso.
- Es un lugar familiar. Un tercer lugar se caracteriza por la comunidad que le da vida y dirección.
- Da la bienvenida a personas de todos los orígenes.
- Es un buen lugar para vivir. El ambiente es amigable y las actividades y discusiones se desarrollan con respeto hacia los demás.
- Es un hogar lejos del hogar. Los clientes habituales se sienten aquí como en casa y, a veces, incluso mejor que en casa.
Los clubes de billar se ajustan más o menos a esta definición. A cambio de un aporte para ayudar a los directivos a apoyar al club, ofrecen un espacio de aprendizaje, intercambio, emulación mutua y transmisión de conocimientos de primer nivel. Dado que el billar es una actividad abierta a todos (independientemente de la edad, el sexo o la clase social), los clubes son el lugar ideal para conocer gente que no necesariamente se parece a ti, y exponerte a personas con perfiles e ideas diferentes a las tuyas.
Para los niños, es una excelente manera de descubrir la vida en sociedad, pero también de enseñarles a concentrarse y mantener la calma.
En resumen, el club de billar mas cercano puede ser una excelente manera de socializar y descubrir un montón de cosas nuevas. Todo lo que tienes que hacer es abrir las puertas y equiparte en Doozy.